Como todo ser humano normal, cuando tienes una prueba amarga, y luego otra, y después otra más, te parece que Dios se ha olvidado de ti.

Y no alcanzas a percibir que estás creciendo y te estás fortaleciendo.

Al pasar meses y años notas que eres más capaz y solvente para resolver los problemas y las pruebas que se te presentan cotidianamente.

Por Vito